lunes, diciembre 30, 2013

Lavado de cara y cambio de plantilla.

Se nos han adelantado los Reyes Magos gracias a la pericia informática de nuestro amigo Jorge Sánchez. Aunque no se note mucho a simple vista, por fin hemos jubilado nuestra vieja plantilla Bowman Mínima y nos hemos mudado a la también muy minimalista Plantilla Simple Beta de Blogger.
Mantenemos las señas de identidad del blog, fondos y cabecera, pero nos da la sensación de que la visión global de títulos, pies de entradas, vínculos y textos es mucho más diáfana y aseada. Ya nos dirán si les convence.
Felices fiestas y gracias por seguir ahí.

lunes, diciembre 23, 2013

Beowulf, de Santiago García y David Rubín. Épica secuencial.

Este año han caído en nuestras manos dos de esos cómics que deslumbran por una factura visual espectacular y una secuenciación audaz y vertiginosa. Nos referimos al multipremiado Cuento de arena, de Ramón K. Pérez, Jim Henson y Jerry Juh, y a Beowulf, de Santiago García y David Rubín, que, seguro, también recibirá un buen número de galardones en este 2014 que se nos viene encima.
Aunque el trabajo estadounidense está repleto de sorpresas argumentales y soluciones imaginativas, nos quedamos sin duda con la obra de García y Rubín, a la que encontramos superior por su enjundia argumental y simbólica, por su trascendencia "literaria" y por el valioso ejercicio adaptativo que han llevado a cabo sus autores (que implica, entre otras cosas, huir de esa literariedad que acabamos de mencionar).
Hace ya más años de los que nos gustaría confesar, tuvimos que leer Beowulf por razones académicas. Una tarea ardua y filológica, pero llena de alicientes. El Beowulf, como decíamos entonces, es una de las obras literarias más importantes de la literatura inglesa y uno de los pocos textos anglosajones que se conservan. Poco más se sabe del origen de este poema épico anónimo. Por dicha naturaleza épica, Beowulf, como tantos otros cantares de gesta, se presta perfectamente a cualquier tipo de trasvase narrativo (los señores de Hollywood también se dieron cuenta de ello hace unos años, con bastante poco éxito). Santiago García y David Rubín lo han entendido a la perfección: su obra se alimenta de ese espíritu épico y del tono mítico de las grandes epopeyas.
La historia del héroe Beowulf, sobrino del rey de Gotlandia, que ofrece su espada al rey skyldingo Héorot de Hrothgar para derrotar al troll Grendell que tiene aterrorizados a todos sus subditos, es el material narrativo que utiliza este cómic para desarrollar una aventura cargada de acción, sangre y heroismo clásico. El Beowulf de García y Rubín redistribuye los cuatro Cantares de la obra original en tres partes (y un epílogo a cargo de Javier Olivares). En cada una de ellas, el héroe protagonista lleva a cabo una acción heroica que habrá de redundar en el bienestar de los vikingos azotados por la maldición del monstruo Grendell, primero, por el odio vengativo de su madre, después, y por el fiero dragón que amenaza el propio reino de Beowulf en Suecia, en tercer lugar. Como sucede en casi todas la grandes obras literarias, detrás de la base argumental se esconden simbolismos y relecturas de diferente naturaleza: con las victorias del héroe, asistimos también a su madurez, a los diferentes periodos vitales del Beowulf hombre; que evoluciona desde su ímpetuosa vanidad juvenil hasta la madurez serena y un tanto taciturna de sus últimos años. Beowulf es también un "tratado" de moral política, una reflexión en torno al poder y a sus consecuencias, y una reflexión acerca de la naturaleza humana, por oposición al carácter heroico.
Precisamente, parece que David Rubín ha decidido en los últimos tiempos indagar en los valores del heroísmo comicográfico. En sus dos tomos de El héroe, el gallego ya exploraba con éxito las posibilidades narrativas y gráficas de la aventura epopéyica. Ahora, a partir del muy medido guión de Santiago García, Rubín da rienda suelta a ese enorme y tan personal talento gráfico que ya se adivinaba en aquellas sus primeras obras que tanto nos gustaron, como El circo del desaliento o La tetería del oso malayo. Su crecimiento (su evolución, mejor) como artista plástico se revela en Beowulf a través de desbordantes construcciones visuales y una minuciosa recreación de ambientes y personajes.
Como anticipábamos en la introducción de estas líneas, uno de los valores más destacados de este trabajo es su osadía narrativa, su capacidad para conseguir soluciones ingeniosas a partir de las complejas secuenciaciones que han construido sus dos autores. El relato, la aventura, se despliega con un ritmo ágil y fluido que, no obstante, deja espacio a las descripciones físicas y psicológicas, gracias al uso de microviñetas insertas en grandes viñetas-marco. De este modo, la narración se despliega en diferentes niveles y se añaden nuevas dosis de información mediante el uso de estructuras paralelas y viñetas superpuestas. En muchos casos, estas pequeñas viñetas añaden puntos de vista subjetivos (la mirada de la bestia que sólo ve tendones y carne donde nosotros, los lectores, vemos personas y héroes); en otros, funcionan como elementos descriptivos o como viñetas de creación de ambiente (lo que McCloud llamaba transiciones de aspecto a aspecto).
El brillante empleo del color y las texturas, la riqueza informativa y secuencial y la lujosa edición que ha llevado a cabo Astiberri, hacen que este sea uno de esos libros que no sólo se lee, sino que hay que volver a ver, mirar y descubrir de tanto en cuanto. Una victoria.

lunes, diciembre 16, 2013

La propiedad, de Rutu Modan. Deudas y restituciones.

Se prodiga poco Rutu Modan. Después del éxitoso restallido de crítica y público que acompañó a Metralla, sólo habíamos tenido ocasión de leer Jamilti, una recopilación de relatos interesante, pero más irregular que aquel.
Se publica ahora en nuestro país La Propiedad, su última novela gráfica, un trabajo que mantiene algunas de las muchas virtudes que nos gustan de la autora israelí. Insiste, por ejemplo, en esa línea clara realista, cargada de detalles y subrayada por un uso muy limpio de colores planos, que aportan una cualidad casi "industrial" al dibujo de Modan. En alguna ocasión hemos señalado las afinidades entre su estilo y el de otros autores plásticos que han hecho una marca estilística del acabado perfecto y  el diseño técnico (cercano al campo de la señalética); pensábamos en Julian Opie o Alex Katz, por ejemplo.
Su dibujo está al servicio del realismo, de la verosimilitud de sus historias, que se mueven entre lo ordinario y lo azaroso con la misma normalidad que lo hacen las historia de los hombres y la Historia de los pueblos. No hay elementos mágicos, ni extrañamiento, en los cómics de Rutu Modan, pero sus narraciones están cargadas de anécdotas, coincidencias y sucesos que, sin perder un ápice de credibilidad, consiguen casi siempre arrastrar al lector hacia el territorio del relato, captar su interés. En parte, el mérito es atribuible al exotismo, a la indagación en universos culturales que nos son ajenos: desconocíamos que los escolares en Israel hacen excursiones anuales a Polonia y a Alemania con el fin de "refrescar" las tragedias de su pasado colectivo; nos sorprende la secuencia en la que la protagonista, una productora de televisión, se refiere a sí misma como experta en artes marciales (un efecto secundario del servicio militar obligatorio y universal en Israel), después de haber noqueado a su interlocutor...
Detalles y más detalles, gráficos y narrativos, que funcionan como leitmotivs, como puentes entre la ficción y la historia real de tantos y tantos judíos que tuvieron que emigrar de Alemania, Polonia y el resto de territorios ocupados, antes y después del trágico conflicto europeo. Pero no nos equivoquemos, La propiedad no es una historia trágica, es más, la diáspora sólo se presiente en un segundo plano, como lejano elemento desencadenante de los acontecimientos que en verdad se desarrollarán en la historia.
Una abuela y su nieta viajan desde Israel a Polonia con el fin de poner al día ciertos asuntos inmobiliarios referentes a las propiedades que la familia dejó atrás en Varsovia cuando tuvieron que huir de los Nazis. Como suele suceder, lo más sencillo, la más fútil de las burocracias, puede terminar convirtiéndose en un ovillo de gestiones, molestias y dificultades imprevistas difícil de desenredar. Sobre todo, cuando detrás de todo, en la trastienda del viaje y la gestión inmobiliaria, se esconden secretos familiares de largo alcance. De este modo, lo que parece un viaje más, termina por convertirse en una travesía mucho más compleja, que implica una búsqueda interior y un reecuentro traumático con el pasado; y una historia, más o menos trivial, acaba por adquirir ciertas dosis de intriga y enriquece su trama con elementos más propios del suspense ficcional que del costumbrismo con trasfondo histórico que anunciaban las primeras páginas.
En el debe del cómic encontramos una recreación de personajes que, en bastantes ocasiones, nos los hace parecer verdaderamente antipáticos. No siempre le resulta fácil al lector empatizar con esa abuela, víctima en segunda instancia del avance Nazi (¿es necesario representar e los cómics a todos los ancianos judíos como personajes hoscos, caprichosos y agrios? ¿es una consecuencia del peso de la historia o del peso del Vladek, de Art Spiegelman?). Tampoco la nieta, ni los dermás personajes secundarios, se aparta de ese manto de amargura, aunque sus vivencias del éxodo no sean directas y vengan interpuestas por la tradición, la familia y la complicada situación sociopolítica de Oriente Próximo. 
Quizás por todo ello, La propiedad adolece también de cierto victimismo histórico, transformado en algún momento en revanchismo hacia el pueblo polaco y los personajes polacos de la historia (descendientes de los verdaderos protagonistas de las afrentas pasadas, en realidad). Entendemos que, probablemente, así sean las cosas y así sea el estado de la cuestión en Israel, pero, de igual manera que la indagación multicultural y el costumbrismo de La propiedad funcionan como acicate narrativo, el perfil de sus personajes nos crea en ocasiones una barrera psicológica de incompresión. Un personaje no tiene que caerte bien para que aprecies las bondades de su naturaleza literaria o artística, es cierto, pero también lo es que sus actos tienen que resultarnos comprensibles, sus reacciones deben entrar dentro de cierta lógica interpersonal para que empaticemos con ellas. Quizás sea esa misma distancia cultural y geográfica, que señalábamos al comienzo, la responsable de este desafecto que venimos comentando, la causa de que nuestro poco aprecio por los personajes de Modan nos separe emocionalmente de sus enfados, suspicacias y desconfianzas.
Y a pesar de todo (cualquiera lo diría) admitimos sin dudarlo que La propiedad nos ha gustado mucho. Es una historia muy bien dibujada y optimamente construida: su guión funciona con precisión y consigue alternar lo cotidiano con lo extraordinario, el costumbrismo con el suspense o, lo que es aún más importante, la vida con la ficción. Es verdad, Rutu Modan ha hecho otro cómic excelente.

lunes, diciembre 09, 2013

BLU, libros y vídeos.

Lo hemos repetido ya en varias ocasiones, en nuestra opinión BLU es uno de los artistas más importantes dentro del panorama cultural contemporáneo. Lo es por su talento gráfico, por la reflexividad crítica y social de su trabajo, por la invectiva símbolica de sus murales y grafitis; y lo es por el grado de virtuosismo que se encierra en su propuesta técnica y en su manejo novedoso del stop motion aplicado sobre muros vivos en flujo constante (que en sus últimos trabajos incluye con cada vez mayor frecuencia la animación de elementos reales). El fenómeno BLU se circunscribe dentro del ámbito postmedial, esa nueva realidad de un arte contemporáneo abierto, democrático, intertextual y multimedia, que según Domigo Hernández se mueve en el doble contexto imbricado de la postmodernidad y los ámbitos tecnológicos. En cierto sentido, los trabajos de BLU condensan ese nuevo estadio medial, esa reformulación del arte, mestiza, abierta y tecnológicamente sofisticada (aunque su base plástica sea puramente instintiva y manual).
 Nos sigue fascinando la complejidad hipnótica de MUTO, de Morphing o de Big Bang Big Boom y aún conservamos viva la sensación de pasmo cada vez que (intencionada o casualmente) nos hemos topado con alguno de sus colosales grafitis en Berlín, Barcelona, Zaragoza o Lisboa.
Por eso, cuando, hace no mucho, alguien muy especial nos sorprendió con un regalo también especial, una de las primeras cosas que pensamos fue en compartir con ustedes la existencia de BLU sketch note-book y la de BLU 2004-2007. Se trata, respectivamente, de un DVD y un libro ilustrado, en los que se recopila buena parte del videoarte y la producción ilustrada de BLU, además de numerosas fotografías, grabaciones filmadas de la elaboración de sus grafitis y los célebres wall-painted animations que hemos mencionado más arriba.
BLU 2004-2007 (Studio Cromie) recoge una selección de sketches y de fotografías murales realizados por el autor entre los años señalados en el título. El libro es todo un festín de gourmet dedicado a fans y completistas de la obra del artista taliano; un capricho primorosamente editado.
Por su lado, el DVD BLU sketch note-book es una recopilación de sus vídeos, pequeñas películas animadas y las grabaciones de su proceso de trabajo en la creación de murales y grafitis animados. La recopilación de materiales comprende los siguientes cuatro apartados: "wall-painted animations", "animations on paper or computer", "time-lapse videos" y "extras"; en esta última categoría encontramos las primeras pruebas de BLU con sus grafitis vivos, experimentos diversos de animación, e incluso algunos de sus primeros ejemplos de "dibujos animados" realizados con lápiz (Dialogo), tinta (China), rotuladores de colores (Limone) o medios digitales (OK NO).
Precisamente, una de las mayores sorpresas que encierra el DVD se encuentra en la estupenda colección de animaciones "convencionales" de BLU que se recogen en el mismo. Deslumbrados por su faceta de artista urbano, no nos habíamos parado a pensar en que el artista hubiera trabajado también sobre papel o con materiales reales (como la plastilina, en FFWD). Algunos de estos dibujos y trabajos de animación tradicional son tan sorprendentes como sus stop-motions sobre muros, y, como sucede con toda su producción, se reconoce inequivocamente en ellos el sello BLU: por su estilo, por su realización virtuosa y por el mensaje crítico que encierran.
Los temas de cada una de estas animaciones son variados, pero casi todas incluyen conceptos e ideas muy habituales en el universo del creador italiano, como la evolución y la lucha por la supervivencia (que vemos en Palla, FFWD), la mutación y la trasformación (FFWD, Child, Fino), la alienación de las sociedades de consumo (Child) o la muerte y la destrucción de toda forma de vida como elementos consustanciales de la naturaleza humana (Palla, Sulla differenza tra un sorriso e una risata).



Dos joyas, tanto el libro como el DVD, dos regalos como dos soles que satisfarán a cualquier fan de BLU y del buen arte en general.

lunes, diciembre 02, 2013

Sobre Spleen, de Esteban Hernández, en Culturamas.

http://www.culturamas.es/blog/2013/12/02/spleen-de-esteban-hernandez-ahogo-interior/
Esta semana nos hemos mudado temporalmente a nuestra segunda casa, Culturamas, para hablar de Spleen, el último trabajo de Esteban Hernández, un habitual en nuestro blog. Un tebeo autoeditado y autodistribuido, un cómic complejo y exigente, que habla de los demonios interiores y del ahogo existencial. Introspección en tiempos de crisis interior.
Aquí pueden hacerse con él, y aquí leer nuestra reseña: